Los que tienen un buen oído para la música, los que poseen un cerebro musical, tienen capacidades de: percepción, movimiento, coordinación o
audición, algunas de las virtudes esenciales de un buen músico e implica
que su cerebro cuente con algunas partes especialmente desarrolladas. Por
ejemplo, en ellos, ambos hemisferios del cerebro se encuentran altamente
conectados mediante una estructura de fibras nerviosas que se agrupan en el
denominado cuerpo calloso. También cuentan con un buen desarrollo del cerebelo,
que es la parte encargada de la percepción del ritmo.
Esto conlleva que los cerebros musicales noten sistemáticamente las caídas o aceleración de ritmo, o los ritmos fuera de compás. Así mismo, un buen oído musical también determina rápidamente los desentonos o salidas de tono de los intérpretes musicales, e incluso puede molestar en su oído.
La verdad es que chirrían las desafinaciones en los oídos musicados.
Y eso no se puede remediar, lo mismo que no se puede remediar tener los ojos chicos, quedarse calvo, ser guapo o feo, porque todo esto es genético.
Y eso no quiere decir que a los que no tienen oído musical no le guste la música, que no disfruten con ella, que no la sientan en sus entrañas, solo quiere decir, que tienen menos sensibilidad para la misma.
Y, como en todos los aspectos de la vida, hasta en los cerebros musicales existen ases, seres superiores que son denominados, seres de oído absoluto.
Estas personas tienen la habilidad de identificar el tono de una nota, por su nombre, sin referencia ninguna, dependiendo mucho de una excelente memoria musical.
Pero hay una afinación que no se tiene innata, no se estudia, solo se escucha o se ve: Tu risa.
Tu risa, me ha enseñado la tonalidad en la que están afinados mis días.
Foto extraída de Youtube. |
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