Érase una vez un lobo, el cual comiendo carne, sufrió el
atasco de un hueso en su garganta.
Ésta empezó a hinchársele y a generarle gran
dolor; corriendo el lobo huyó desesperado intentando sacárselo o para encontrar ayuda.
Durante su camino encontró a una grulla, a la cual tras explicarle la situación
suplicó ayuda prometiéndole darle lo que le pidiera.
A pesar de que
desconfiaba, la grulla aceptó con la condición de que el lobo cumpliera lo
pactado. El ave procedió a introducir su cabeza en la garganta del lobo, consiguiendo
que el hueso se desprendiera. Se retiró y observó como el lobo se recuperaba,
pudiendo ahora respirar con normalidad; tras lo cual le pidió que cumpliera con
lo prometido. Sin embargo el lobo
contestó que: "Suficiente recompensa era no haberla devorado pese a haberla
tenido entre sus dientes".
Esto no es más que una fabula del genial fabulista griego Esopo (?-564 a.c.), pero nos enseña que no siempre podemos fiarnos de lo que nos dicen o prometen los demás, sobre todo los políticos; cualquiera nos mentirá o manipulará para lograr sus propósitos.
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Foto de mi amiga Juani Mora. |
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