Hay algunas personas, como en este caso, yo, que no pueden vivir sin ilusiones, sin sueños; que no es lo mismo que vivir de ilusiones.
La vida es totalmente real, tan real que llegará el día que la tendrás que abandonar, pero siempre es bueno tener alguna ilusión que echarse a la boca.
Una ilusión, es un maná para seguir deambulando por esta vida, te alienta cada mañana, te alienta a levantarte para seguir, y seguir.
Ilusiones de un logro, sueños para tus hijos, deseos de hacer bien las cosas, salir de una enfermedad, que termine un calvario,...
¡Hay tantas cosas por las que ilusionarse!
Una ilusión: modifica tus hábitos, te mantiene vivo, te mantiene atento, despierta tus sentidos, ilumina tus neuronas con lucecillas de colores, alienta tus horas bajas y te hace fuerte para que luches por ella.
Pero siempre, las ilusiones hay que alimentarlas con trabajo; si no trabajas, lo más probable es que esas ilusiones se difuminen en el espacio de los sueños irrealizables.
Mira a tus ilusiones cara a cara, descubre sus virtudes, estudia sus defectos y disfruta hasta que llegues a conseguirlas; pero jamás, jamás te crees falsas ilusiones, porque esas son más bien de ilusos o de ilusas.
Nunca pares de soñar, pero jamás dejes de trabajar para que se cumplan esos sueños.
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