Cuando estaba en el banco, o en la Caixa, depende de las fechas, se estilaba mucho dar créditos; en un principio más en el banco que en la Caixa.
Pero sí estaba un poco malinterpretado el tema del crédito, y me explico.
Si para dar crédito a una persona, esa persona tiene que tener garantías (casa, piso, nave, o incluso, un plazo fijo o fondo de inversión garantizados pignorados); además debe de tener, capacidad de devolución (nómina, ventas, pensión o algo por el estilo) y para rematar el cuadro se tiene que hacer un seguro de desempleo, un seguro de amortización de préstamos, y si cuaja, un seguro de coche...
¿Me podréis decir qué crédito le damos a esa persona?
Pues el crédito que se le da a esa persona es el miedo que tienes de que entre en morosidad, que tengas que provisionar el 100% del préstamo o crédito de tus resultados, y la pejiguera de estar continuamente llamando para que te devuelva lo prestado, cuando normalmente, y salvo excepciones, no lo devuelven porque no les da la gana, tienen para todo menos para eso.
Porque si de verdad alguien que pide un préstamo o crédito a un banco no puede realmente pagarlo, porque el negocio se ha venido a menos, se ha quedado en el paro, o ha perdido parte de sus ingresos, va al banco y lo dice, y el banco, seguramente le propondrá una solución.
Y si el director, el subdirector o el empleado que te concede el crédito es amigo o conocido, las amistades seguramente se perderán.
Pues lo mismo pasa con los amigos y con la familia, si les dejas dinero, tanto a unos como a otros, es porque te fías de ellos, les das crédito y sin garantías ni compensaciones extras; y si las cosas les van mal, lo menos que tienen que hacer es decírtelo y proponerte una forma coherente de devolverte el dinero, no liarse la manta a la cabeza y quitarse de en medio. Porque como siempre se ha dicho...
El que presta dinero a un amigo, pierde el dinero y por ende, el amigo; y eso es la mayoría de las veces.
No tantas como en el banco.
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