Siempre referĂ que tuve mucha suerte con mi infancia.
Me crie en el barrio mĂĄs pudiente de mi ciudad, en el mismĂsimo centro del pueblo; eso si, en un sobrado alquilado y bastante deteriorado.
Me junté con los hijos de los mås pudientes del pueblo: el hijo del alcalde, el hijo del médico, el hijo de la farmacéutica, y algunos mås, y convivà con ellos durante casi once años.
EstudiĂ© con ellos en el Colegio Marista, y jamĂĄs tuve un agarre con ninguno de ellos, mĂĄs al contrario, siempre me respetaron, e incluso y aĂșn ahora, creo que me siguen respetando.
Un verdadero honor tener como amigos a estas personas.
Por ello, soy consciente que la frase que sigue no tiene mĂĄs remedio que ser verdad, que estar en lo cierto, por lo siglos de los siglos.
En un momento me pareciĂł ver la demostraciĂłn de que, sea lo que sea, lo que queramos pensar de nosotros mismos, no somos sino el resultado del trato que hemos recibido por parte de los demĂĄs.
El que a buen ĂĄrbol se arrima, buena sombra le cobija.
Dime con quien andas y te diré quién eres.
Foto de la calle Cruz de SanlĂșcar la Mayor. |
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