Puede decirse que los primeros museos se remontan a la Antigüedad y aparecen en forma de santuarios fúnebres. A partir del siglo IV a. de C., estos templos, hasta entonces reservados a los miembros de la familia, comienzan a abrirse a los visitantes.
Pero es la Italia renacentista, ansiosa de conservar el testimonio de su pasado, donde surgen los primeros esbozos de los auténticos museos. Reyes, nobles, ricos y comerciantes se constituyen en los primeros coleccionistas de arte. Algunos de ellos, como el historiador y humanista Paolo Govio (Italia 1483-1552), inauguran las primeras galerías de arte. Sin embargo, la gran explosión de museos, tal y como los conocemos hoy, se produce a partir del siglo XVIII: el Ashomolean Museum de Oxford (1679), el British Museum de Londres (1753), el museo de Louvre (1793), o el Museo del Prado (1809).
Hoy existen en el mundo alrededor de 40.000 museos y colecciones públicas.
Pero una cosa que me llamó mucho la atención en el Museo Británico fue las cosas que había, seguramente desaparecidas en otros países, como por ejemplo:
La piedra roseta, imprescindible para la comprensión de los jeroglíficos, infinitos sarcófagos y momias, incluso dos lamassu (estatuas de dioses protectores con cabeza humana, cuerpo de león y alas) asirios de la actual Irán; y lo más grande, algunos metros del friso del desnudo Partenón de Atenas.
¡Ver para creer!
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Foto de mi amiga Juani Mora. |