No obligues a nadie a quererte, mejor oblígalo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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30 enero 2018

EL FORRO DE LOS CAPRICHOS.

Muchas veces he oído la tan traída y llevada frase: Yo soy creyente, católico,  pero no voy a misa, porque no tengo nada que ver con los curas. Respeto las opiniones de todo el mundo,  no las critico, pero tengo que hacer salvedades.
Tú puedes creer en lo que quieras, nadie te puede imponer ir o no ir a misa, salir no no salir en Semana Santa, rezar o no rezar, pero si no cumples las reglas establecidas por la religión a la que dices pertenecer, en realidad no perteneces a ella; para formar parte de algo, hay que cumplir todas las leyes que eso conlleva, no se puede tener una religión a la carta para cada uno.
Lo mismo pasa en un país; hay unas leyes establecidas que rigen la convivencia de los que en él moran; tú no puedes pretender vivir en una nación, cumpliendo las leyes que a  tí te interesen, y con las que no estés de acuerdo o no te agraden, pues nada, me las salto. Hay que respetar la ley, pero toda la ley y hacerlo todos los habitantes de la nación; reyes y villanos, niños, mayores, hijos y padres, policías, empresarios, curas, maestros y alumnos, jefes, empleados, prostitutas, jubilados, autónomos, limpiadoras, basureros, políticos, etc.
Hasta que no seamos conscientes, de que no hay una ley para cada uno, o para cada una; de que todos hemos de pagar impuestos, repetar todas las señales de tráfico, guardar la espera necesaria para que se nos atienda, pagar a la seguridad social, no robar, no estafar,  no matar, no violar, y tantas y tantas cosas que muchos se pasan o nos pasamos por el forro de nuestros caprichos (como diría José María García), nunca llegaremos a ningún lado como sociedad.
Así que el que diga que es Español, o Catalán, o Andaluz, o Sevillano; si no cumple las normas establecidas (todas), ¡Tururú!

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