No obligues a nadie a quererte, mejor oblígalo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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17 enero 2018

MARRANOS.

Al final de la reconquista había muchas religiones que convivían en esta España recientemente unificada; a partir del siglo XV una cantidad ingente de judíos se vieron amenazados por una incipiente inquisición.
Los que no marcharon de Iberia, se proclamaron judeoconversos, estos judíos de la península iberica (España y Portugal) se judaizaron; es decir, se convirtieron exteriormente al cristianismo acatando las enseñanzas y ritos de la Santa Madre Iglesia, pero siguieron observando clandestinamente sus costumbres y su anterior religión.
Esta forma de actuar fue justificada  por los rabinos, con el argumento de que los judíos podían (incluso debían) fingir convertirse a otra religión si creían en peligro su vida, estando exentos de cumplir aquellas prácticas, en público, y del culto que pudieran delatarles; sólo se les exigía en última instancia que mantuvieran viva la fe en sus creencias. Ya llegarían tiempos mejores.
A estos se les denominó, y se les sigue denominando: marranos.
Vocablo ya incorporado por la histografía a otros idiomas: catalán, portugués, francés, inglés y aleman. No es lo mismo ser un convertido, que un converso.
No se de qué, pero esta forma de actuar, de acatar cosas en público para evitar castigos, y de seguir actuando según sus convencimientos sin ningún tipo de pudor, me resulta demasiado familiar.
En fin...

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