Tenemos la puñetera costumbre de querer imponer nuestro criterio a la fuerza; todo el mundo pretende estar por encima de los demás empujando; pero la mayoría de las veces lo que conseguimos es el enfrentamiento directo con los que intentan lo mismo, y al final el más fuerte, es más alto, el más belicoso, el que más protesta, es el que se impone; eso estamos acostumbrados a vivirlo día a día desde el principio de los tiempos.
Todo enseña en esta vida; la otra tarde vi una entrevista a Antonio Ruiz "Espartaco padre" en la que contaba su historia, sus vivencias con el "Pasmo de Triana" Juan Belmonte, y en la que narraba esta anécdota:
"Espartaco padre" se estaba preparando para ser torero en la plaza de tientas de Gómez Cardeña (finca de Belmonte); Juan le echó un toro bien puesto, grande y con buenas defensas; Antonio, que era muy valiente, salió al ruedo a plantarle cara al astado.
Cada vez que se arrimaba al burel, éste le daba a “Espartaco padre” un buen revolcón.
Después de una buena serie de ataques sucesivos, Antonio se refugió en el burladero de la plaza de tientas, exhausto por la paliza que llevaba encima.
Espartaco, cuenta que Belmonte se acercó por detrás y le tocó en el hombro...
- "Remendao" (así lo llamaba), agáchate y saca la cabeza por el lado del burladero.
- ¿Cómo? (contestó Antonio)
- Que te agaches y te asomes por debajo de la tronera del burladero.
- ¿Para qué?
- Tú asómate, ¿ves los pedazo de huevos que tiene el toro?, ¿A que son mucho más grandes que los tuyos?, pues ya sabes, la única forma que tendrás para derrotarlo será con tu inteligencia, "a cojones" te va a resultar imposible.
Pues eso mismo digo yo.
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