Sueños, tantos sueños y de tantos tipos, globos de colores que vamos hinchando con sueños y más sueños; globos rojos cargados de amores, de pasiones imposibles, globos azules soñando con la libertad, con la verdad; globos rosas como flores de primavera que sueñan con la dulzura, la delicadeza, con la amistad; globos que surcan el cielo hinchados cada noche, cada madrugada.
Sueños, tantos sueños, globos negros soñando con el poder, con silencio, con seriedad; amarillos repletos de energía, felicidad y diversión; globos naranjas cargados de alegrías, creatividad, éxito; globos morados inflados con poder, con lujo, con ambición; globos ocres que portan la estabilidad y la seguridad; globos blancos con aires de pureza y de bondad; globos verdes cargados de esperanzas, al fin y al cabo... ¿Qué son los sueños sino esperanzas?
Cada noche, desde que tenemos uso de razón, al conciliar el sueño vamos rellenando globos de todos los colores y los vamos dejando escapar, por la ventana de nuestro alma, con la esperanza que muchos, o por lo menos alguno, llegue hasta el gran hacedor para que se nos conceda lo que llevan dentro.
Nunca nos detenemos en eso de llenar globos, si bien, conforme pasan los años, nuestra capacidad pulmonar para soplar cada vez es más escasa; y eso, al fin y a la postre, es lo que nos hace seguir adelante cada día, porque sabemos que el mundo está lleno de alfileres que ya se encargan muy concienzudamente de pinchar la mayoría de ellos, aparte de los que estallan por llenarlos demasiado.
Nunca dejad de llenar globos y dejadlos volar al firmamento.
Nunca dejad de llenar globos y dejadlos volar al firmamento.
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