No obligues a nadie a quererte, mejor oblĂ­galo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

Seguidores

08 enero 2018

GUERRA INCIVIL.

La otra noche estuve prestando atenciĂłn a un reportaje sobre la Ășltima de nuestras vergĂŒenzas nacionales, de unos y de otros; de los de arriba y de los de abajo; de los de la derecha y de los de la izquierda; esa condena que nos lastra todavĂ­a como personas libres (que creemos que somos), esa espada de Damocles que nos vigila desde arriba tengamos el color que tengamos, reviviendo cada dĂ­a esa guerra incivil.
Era un programa bastante independiente, y por eso aguanté escuchando y viendo con atención; conforme pasaban los minutos empecé a sentirme mal, cada momento que se iba proyectando yo miraba la pantalla y cerraba los ojos; se me venía a la mente la imagen de mis hijos con esas anchas camisas, con los tirantes, la gorra y el mosquetón al hombro, cerraba y volvía a abrirlos y seguía viendo lo mismo.
Por Dios, ¿quĂ© serĂ­a de ellos, criados como estĂĄn, teniendo que pasar hambre?
¿CĂłmo afrontarĂ­an el tener que matar, algunas veces solo por matar?
¿CĂłmo podrĂ­an subsistir con unas alpargatas, y sin ni tan siquiera tener acceso a una bicicleta?
Bueno, siendo franco, nosotros tampoco estarĂ­amos preparados ya para ello, nos hemos aburguesado con el paso del tiempo, ademĂĄs con el paso de muy poco tiempo.
Hubo un momento, en el que ya "se me cayeron los palitos del sombrajo" (como cantara mi amigo q.e.p.d. Andrés Algarrada) y fue cuando narraron el enfrentamiento entre dos hermanos, ambos ataviados con sus diferentes uniformes; dos hermanos que por fuera vestían uno de azul y otro de rojo, pero que por dentro llevaban la misma sangre.
Tuve que quitar el programa, era superior a mis sentimientos.
Se habla y se vuelve a hablar, con la valentĂ­a que da haber vivido esa barbarie solo en el recuerdo de los mayores, y parapetados en  una libertad actual que les permite ser mĂĄs valientes que los propios combatientes; para mĂĄs inri, tildando al de enfrente, con calificativos, o mĂĄs bien descalificativos,   mĂĄs propios de esa penosa Ă©poca.
Y seguimos sin aprender nada.
Solo le pido a Dios que no se repita nunca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario