Llevamos mucho tiempo debatiendo sobre el impuesto de sucesiones; en el congreso, en el senado, en el parlamento andaluz; que si yo cobro más , que si tu cobras menos, que si tengo que vender todo para pagar lo heredado, que si renuncio a la herencia. Todo eso para recibir una herencia que, o bien viene de familia, o bien se la han currado nuestros padres, tíos, familia lejana; o bien la robaron y estafaron, o bien la consiguieron fraudulentamente.
Al final, si no se malgasta, los herederos se convierten o nos convertimos en meros conservadores; custodiamos, mantenemos, y disfrutamos de la herencia, pero más tarde o más temprano, nos tocará entregarla y todo se seguirá quedando aquí.
Pero hay cosas que no se pueden dejar en un testamento para que las disfruten los que quedan, hay legados que no se pueden heredar para enfado de muchos o muchas; puedes heredar hasta el nombre, puedes pretender que se te respete al llevar por bandera un apellido ilustre o conocido, eso quizá te funcione durante un tiempo, corto o largo.
Pero al final,lo que prevalecerá de tí son dos cosas que jamás podrás heredar, ni por supuesto tampoco, legar a nadie por mucho que lo pretendas; una, tu mérito, el mérito que has ido acumulando a lo largo de la trayectoria de tu vida con tu trabajo, con tu comportamiento, con tu creatividad, con tu obra; y otra, el prestigio que has atesorado en ella; esas dos virtudes se irán contigo físicamente a la tumba, arderán contigo cuando te incineren, pero perdurarán para siempre entre los tuyos; esa será tu único recuerdo.
Verdad es que lo material, aunque importante es perecedero y en el mejor de los casos no es mas
ResponderEliminarQue USUFRUCTO VITALICIO que pasara a otros/ya lo dijo Groucho Marc en aquella frase NO ME GUSTA EL DINERO PERO LO NECESITO/, de todo lo cual cólijo que nuestra verdadero patrimonio es inmaterial e imperecedero.
Gracias por tus comentarios,
ResponderEliminar