LOS GOBIERNOS Y LA GENTE.

Thomas Jefferson fue el tercer presidente de los EEUU entre 1801 y 1809. Se le considera uno de los padres de la nación. Su eminencia viene dada porque fue el principal autor de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de 1776.

Como filósofo político fue un hombre ilustrado y se codeaba con líderes intelectuales de Gran Bretaña y Francia.

Erudito y polímata, Jefferson se consagró además como: horticultor, líder político, arquitecto, arqueólogo, paleontólogo, músico, inventor y fundador de la universidad de Virginia.

¿Nos parece poco curriculum para hacerle caso y asumir como personas cultas sus palabras?

Él escribió sus frases y dictó sus sentencias hace 220 años, y dejó verdaderas joyas que es necesario entender y aceptar como son.

En estos días en los que la política es sinónimo de enfrentamientos, de corrupción, de faltas de respeto, de dimes, diretes, falsas noticias, títulos falsos, y más títulos falsos, que si listas de control de votantes, que si dinero negro, que si dinero negro zaíno, que si ERE, que si corrupción, que si la extrema de aquí y que si la extrema de allí, y que si patatín, que si patatán...

Y la gente...

¿Quién piensa en la gente?

¿Quién se preocupa de los que tienen menos, de los de verdad, no de los perro flautas?

¿Quién piensa cuando accede a un cargo político primero en la gente que en él o en ella?

¿Quién es consciente que los que están, están por la gente que los vota?

¿Quién ve a través de los ojos del partido que le gusta, o al que está afiliado, aunque para ello se tenga que tragar bulos como ruedas de molino según los dirija su partido, defendiendo algunas veces lo indefendible?

¿Esa gente a qué juega, se puede estar más ciego?

Los políticos y las gentes, y las palabras de Thomas Jefferson:

"Cuando los gobiernos temen a la gente hay libertad, cuando la gente teme a los gobiernos hay tiranía. Y la vieja práctica de los tiranos es usar a una parte del pueblo para someter a la otra parte"

Y yo añado: Cuando los gobiernos no hacen nada y la gente tampoco: ¡Al carajo!