Existen hoy en día unas 4200 religiones vivas, con culto; una de esas religiones es el cristianismo, que tiene una ingente cantidad de variantes, a saber:
La iglesia católica, la veterocatólica, la copta, la ortodoxa, la mormona, la anglicana, la episcopal, la luterana, la calvinista, la adventista, los testigos de Jehová, y así hasta un ciento solo en el grupo de los seguidores de Jesús de Nazaret nacido hace 20 siglos.
Si nos vamos al principio de los tiempos hace 20 ó 25.000 años, o sea 250 siglos, ¿Cuántas religiones habrá conocido el ser humano?
La mayoría de ellas intentando marcar pautas para que seamos mejores, creyendo muchas en un ser superior, hacedor de todo y de todos.
En tantos y tantos miles de años, lamentablemente la religión solo nos ha servido para que tengamos miedo al más allá, al infierno, al inframundo, como castigo a nuestro mal comportamiento y no para entender qué somos y cómo debemos de actuar.
Y seguimos, erre que erre, emborricados en que vamos a ser inmortales, en que hay que atesorar riquezas en este mundo, en que yo por delante de todo y de todos, y nunca, o muy pocas veces, nos paramos a observar.
Solo con observar, nuestra vida cambiará de sentido, encontraremos la solución a tantas cuestiones teológicas que nos acucian, y podremos decir a boca llena, donde estamos, quienes somos y de dónde venimos.
"Si fuéramos capaces de observar claramente el prodigio de una simple flor, toda nuestra existencia cambiaría definitivamente".
Ni te cuento, si observáramos la gestación de un bebé.
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