¿CuĂĄnto vale un tĂtulo?
¿CuĂĄnto cuesta llevarlo?
Y lo peor de todo, ¿CuĂĄnto cuesta mantenerlo, mantener el estatus?
Eso parece que es modus operandi de muchos de los baroncillos, condesillos, "duquesillos", y demĂĄs elementos que pululan por el orbe de la nobleza.
Muchos de ellos, señorones que se han criado en la abundancia, que no saben lo que es trabajar, muchos viven de la herencia de sus mayores, y otros, que no la tienen, se dedican a vivir a costa de los demås.
Entrevistas a revistas y programas de televisiĂłn pagadas a precio de oro, comisiones astronĂłmicas por hacer ciertas llamadas, y un sinfĂn de triquiñuelas mĂĄs.
Esos son los de los tĂtulos nobiliarios, y los de los tĂtulos polĂticos, ni te cuento.
El cohecho, segĂșn la RAE es la acciĂłn y efecto de cohechar (Dar a la tierra la Ășltima vuelta)
Y de hecho muchos y muchas le dan mejor la vuelta a las facturas para que no se pueda entrever el cohecho (la autoridad o funcionario pĂșblico que, en provecho propio o de un tercero, recibiere o solicitare, por sĂ o por persona interpuesta, dĂĄdiva, favor o retribuciĂłn de cualquier clase.
¿QuĂ© valor tiene un tĂtulo?
Lo importante es el valor de una persona, no sus tĂtulos.
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