En esta vida, exceptuando el momento presente, el momento del ya, el ratito del ahora mismo, el segundo a segundo en que se vive, todo lo demĂĄs son solo dos cosas:
Recuerdos y esperanzas.
A partir de este minuto, el minuto anterior, la hora pasada, el dĂa de ayer ya son solamente recuerdos. Y el minuto que vendrĂĄ despuĂ©s de este que estamos viviendo, el mañana, solo serĂĄn esperanzas.
Los recuerdos, como son cosas pasadas, ya vividas, experimentadas y sufridas o gozadas, pueden ser tristes o alegres, decepcionantes o satisfactorios, buenos o malos, pero en todos los casos serån recuerdos melancólicos; porque si han sido malos los recordarås pensando cómo de buenos hubieran podido ser si las cosas hubieran salido de otra forma. Y si son buenos, también serån nostålgicos porque querrås que nunca hubieran dejado de pasar, quisieras poder vivirlos de nuevo.
Pero cuando piensas en el futuro toda esperanza es alegre. Cuando sueñas, cuando deseas, cuando quieres algo, siempre lo ves alegre porque definitivamente lo ves como tĂș quieres que pase; despuĂ©s serĂĄ o "serĂł" como decĂa mi madre.
Por eso, todo recuerdo es melancĂłlico y toda esperanza es alegre; eso sĂ, toda esperanza es alegre hasta que no se convierta en recuerdo.
Por tanto, vivamos al dĂa, afrontĂ©moslo como venga, y no tengamos nuestra existencia basada en el recuerdo.
¡Vivamos pues!
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