El ser humano,
normalmente, desde tiempos inmemoriales es un ser depredado; aparte de
depredador, por la forma de actuar que tiene con la naturaleza.
Y los seres depredados tienen la capacidad cerebral de la pareidolia.
Cuando un ser tiene que estar en alerta continuamente, tiene que estar
pendiente siempre, digo bien siempre de por dónde le atacará el depredador.
Eso hace, que nuestro cerebro, desarrollara la capacidad de ver caras en todos
los árboles, casas, paisajes y demás cosas, y eso le hace estar siempre ojo
avizor, por lo que pueda atacarte en un momento dado.
Es un nombre muy raro, pero creo que es una actitud muy común en todos
nosotros.
¿Quién no ha visto en una fachada de una casa una cara espiando?
¿O en una roca de una playa una cara de un hombre o de un elefante?
La palabrita, etimológicamente, proviene del griedo "εἴδωλον"
(eidolón = figura o imagen) y el prefijo "παρά" (para = junto a, o
semejante a).
Y en la RAE no nos
dice nada porque todavía no está incluida en su diccionario.
Lo que sí es cierto,
es que deberíamos también padecer pareidolia para distinguir a los malos de los
buenos, y tenerles miedo para salir huyendo.
Porque vaya tropa de
depredadores que anda suelta por ahí.
O si no, cuando
recibamos un email diciendo que tenemos un paquete pendiente de recoger, y que
introduzcamos el número que nos indican, deberíamos también de tener para ello
pareidolia, con todos esos tipos de correos, WhatsApp y comunicaciones de
facebook.
Nos tiene que dar miedo
de todo para estar siempre alerta.
Por cierto, en la
carretera hacia Málaga, hay una pareidolia de la cara de un indio tumbado,
formado por montañas, que solo se ve desde un lado en particular. Es la peña de los enamorados en Antequera.
|
El indio de la carretera. Foto extraída de Wikipedia. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario