Hace
tiempo que navegamos en una época descorazonadora; muy atractiva por los
avances, las nuevas tecnologías, los logros en medicina; pero decepcionante,
bastante decepcionante en lo referente al honor.
El honor, es la base para el entendimiento; pero ¿dónde está el honor escondido?
Los representantes de los españoles, a los que hemos votado para
que nos representen, parece que lo han quemado, se ha esfumado, ha desaparecida, tiene visos de que lo han secuestrado bajo llave para mantenerlo escondido.
Donde dije: digo, la mayoría de las veces y según me convenga digo
Diego.
Se firman cosas, que ni siquiera te las leen y te mal informan de
lo que compras, produciéndote una enorme pérdida.
También se firman cosas, informadas por el que te las vende y refrendadas
por un señor, o señora que su trabajo es leerte lo que vas a firmar y
comprobar que todo está bien, y rompemos el contrato unilateralmente (¿suena de algo?) basados en no se qué
ilegalidad.
Haces lo que te viene en gana para amoldar unas votaciones, sobre
la institución que diriges, mintiendo a boca llena a todos y a todas.
Esfuman los euros del contribuyente, por el poder que el
contribuyente les ha dado, no se devuelve, no se reconoce el error o el
"trinque".
Tergiversamos a nuestro propio albedrío palabras demasiado
fuertes, acusando sin pudor al de enfrente de lo mismo que yo estoy
haciendo.
Echo la vista atrás y se me viene a la memoria la persona de
Francisco, mi suegro, al que siempre aprecié y respeté, se movió durante muchos
años en el mundo de los negocios, y siempre firmaba sus tratos con los cinco
dedos de la mano; jamás un renuncio, jamás un paso atrás aunque perdiera; su mano era: su pluma,
su honor, su compromiso de pago y su aval; un aval mucho más fiable que el de todos los bancos juntos, era un tío con honor. Diez años después todavía hay gente que lo
recuerda, el primero yo, y eso será por algo.
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