- Cariño el guiso está muy bueno, pero un poco soso, ¿No crees?.
- Amor, el cuadro queda muy bonito colgado ¿Quizá un milímetro caído del lado izquierdo, no?
- El pantalón tiene la raya perfectamente planchada, pero el pico de abajo en el pernil, que casi no se nota, está un poco mal planchado, ¿No?
- Has ido a llevar a los niños al taekwondo, te has pasado por el supermercado para hacer la compra, y has vuelto de recoger a los niños, pero se te ha olvidado el pan ¿No?.
- Amor mío, has colocado las siete bolsas de la compra que he traído, está todo ordenadísimo; mas la pimienta en polvo hay que colocarla al lado de la sal en el mueble al lado de la vitrocerámica.
- Tenías que venir a las tres, y te has presentado a las ocho de la tarde de trabajar; ¿No te irás a sentar ahora diciendo que estás cansada, no?
Y así, miles y miles de conversaciones inútiles, conversaciones entre parejas, entres padres e hijos, entre amigos, entre jefes y subordinados y también entre compañeros y compañeras; conversaciones que pueden doler demasiado por no utilizar el bolígrafo adecuado a la hora de subrayarlas.
En la frase: cariño el guiso está muy bueno, ahí termina el subrayado verde, el resto se subraya con el rojo de pinchar. Se podría decir solo la primera parte, y levantarse uno por un poco de sal, y punto; puedes doblar un poco la alcayata, darle con un poco de humedad al pico del pantalón y presionar con los dedos, el pan ya se comprará mañana, o cojo yo mismo o misma el bote de la pimienta y lo pongo en su sitio, y si se tiene que sentar, que se siente, ¿o no?.
En todas las frases, siguiendo la misma pauta, notamos que se mezclan ambos bolígrafos eso no hace ningún beneficio al elogio, sino que al contrario, lo debilita e incluso llega a irritar.
Acostumbrémonos a utilizar más a menudo sólo el bolígrafo verde, incluso cuando no sea obligatorio; y guardemos solo el bolígrafo rojo, para cuando sea estrictamente necesario, seguro que nos irá mejor.
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