No obligues a nadie a quererte, mejor oblĂ­galo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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12 marzo 2018

TZANKO PETROV.

No se si recordĂĄis la entrada del otro dĂ­a en la que hablaba del carril de los tontos. Pues bien, el domingo vi una pelĂ­cula bĂșlgara "UN MINUTO DE GLORIA"; el protagonista, Tzanko Petrov, en vez de circular por el carril de los tontos andaba deambulando por el raĂ­l de los tontos.
Este pobre hombre trabajaba en lo que aquí sería la RENFE, pero en Bulbaria y antes de ser privatizada; mal vivía en una casucha con algunos animales que cuidaba en el corral de la misma, y todas las mañanas se ponía el reloj que le regaló su padre grabado, cogía su mochila, su botella de agua y una llave fija que por lo menos debería ser del veinticinco; salía a la vía del tren y echaba a andar por en medio de la vía; iba tocando los tornillos que ajustaban las traviesas con esa llave de por lo menos un metro de larga; tocaba y escuchaba todos los tornillos a su paso; los que a su oído sonaban mal ajustados los apretaba fuertemente con la llave con la que cargaba.
Cuando pasaba  por algunas vĂ­as, veĂ­a a compañeros robando combustible de las mĂĄquinas que estaban paradas, pero Ă©l continuaba su paso cansino, ya lo habĂ­a denunciado hacĂ­a tiempo y nadie le hizo caso.
Continuaba su periplo, al cabo de un rato andando, se encontrĂł una bolsa repleta de levs, habĂ­a casi un millĂłn de levs, y tuvo la ocurrencia, como hubieran tenido todos los tontos del carril de entregar el dinero al Gobierno; el ministro loo recibiĂł para hacerle un homenaje y para ello le regalaron un reloj que adelantaba, quitĂĄndole el que llevaba, regalo de su padre; lo hicieron famoso en un minuto; el ministro le preguntĂł que quĂ© podrĂ­a hacer por Ă©l, a lo que Tznako le contestĂł que le gustarĂ­a que le pagaran los tres meses atrasados que le debĂ­an a todos los empleados. El ministro contestĂł, como podrĂ©is comprender, que no era el momento para ello.
Un mísero minuto de gloria, por el que después se vio envuelto, por un periodista, en un lío tan gordo que definitivamente salió para siempre del carril de los tontos.
Es una pena, como decĂ­a el otro dĂ­a, que los que hacen las cosas debidamente, con moral, honestidad y cumpliendo su deber, al final salgan de ello literalmente "trasquilados".

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