Lentamente te estĂĄs diluyendo cual azucarillo en un caliente cafĂ©; por lo menos la muerte del azĂșcar conlleva el dulzor en el negro lĂquido.
Los vientos del egoĂsmo, la torrencial lluvia de la intolerancia o la helada escarcha del poder, estĂĄn acabando poco a poco con tu aroma; ese aroma que perfumaba las mañanas del colegio, las horas interminables de trabajo, las meriendas en primavera y las cenas en familia.
La caja donde se retuercen: el odio, la falsedad, la violencia, la intolerancia, la maldad, continĂșa escupiendo el virus mortal que acabarĂĄn contigo.
Y eso que hemos intentado salvarte de la quema, pero el dĂa a dĂa, cuando sales a la calle, el contacto con muchas y muchos, escuchar las noticias cada mañana, el todo vale que preside nuestra vida actualmente, denotan excesivamente tu evasiĂłn, pero una evasiĂłn sin victoria.
Sin darnos cuenta te esfumas , poco a poco; cada vez se te ve menos presente entre nosotros, cada rato que pasa la notamos cada vez menos, la sentimos lejana, del pasado, como muy perdida a veces.
Nos tendrĂa que dar vergĂŒenza de que se estĂ© perdiendo esa vergĂŒenza a manos de tantos sinvergĂŒenzas, lamentablemente cada vez se esfuma mĂĄs rĂĄpidamente.
Espero que se recupere de esta grave enfermedad que la aqueja y que no tengamos que ponerle una lĂĄpida con las letras: R.I.P.V.
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