PASTEL DE CUMPLEAÑOS.

Bueno, pastel de cumpleaños no, por aquí, por aquí abajo es: "tarta de cumpleaños".
Si hiciéramos caso a mi tan admirado personaje del cuento: Alicia en el país de las maravillas, el sombrerero loco, tendríamos que celebrar todos los días la jornada de no-cumpleaños.
Son trescientos sesenta y cuatro días de celebración, y uno de resaca; no como ahora, que solo se celebra el cumpleaños y es un solo día al año; como si supiéramos que día hicieron el amor nuestros padres para concebirnos.

Recordemos por un momento las fiestas de cumpleaños de cuando éramos pequeños, o también de cuando eran pequeños nuestros hijos.

Antes de partir la tarta del "cumple" se contaban los chiquillos que estaban en la mesa, con su vasito de plástico de la Coca-cola, o de refresco de naranja o limón.

Y como si fuésemos cabalistas consumados, doctos arquitectos, avezados delineantes, cogíamos el cuchillo y seccionábamos la tarta en otras tantas partes como niños había a la mesa, y el trozo que sobraba por el descuadre de los cortes, se quedaba para que los mayores tuvieran una cucharadita que llevarse a la boca.

A nadie se le ocurriría "trincar" media tarda para él solo dejando al resto con un palmo, o algo más grande, de narices.

Como diría el gran pero menudo Mohandas Karamchand Gandhi (Mahatma Gandhi 1869-1948):

"El mundo es suficientemente grande para satisfacer las necesidades de todos, pero siempre será demasiado pequeño para la avaricia de algunos."

No es bueno atiborrarse de tarta, es malo para la salud, tiene mucho azúcar y engorda demasiado, deja para que coman los demás, no te la comas toda...

"El mundo es un pastel de cumpleaños, así que toma un pedazo, pero no demasiado". (George Harrison 1943-2001 músico, componente de The Beatles)

Foto extraída de la página: miltartas.com