Esta sentencia de RenĂ© Descartes (filĂłsofo, matemĂĄtico y fĂsico francĂ©s 1596-1650) , normalmente estĂĄ mal traducida; se traduce como "pienso, luego existo" pero la traducciĂłn literal es mĂĄs adecuada a lo que realmente quiere decir la frase: "pienso, por consiguiente, soy".
Si no tienes la capacidad, o la necesidad, o la curiosidad, o la obligaciĂłn, o simplemente el capricho de pensar, no tiene razĂłn de ser tu existencia.
Pero lo que realmente pareciera es que hubiera demasiada gente "cojita", haciendo alusiĂłn a la palabra homĂłfona de "cogito", personas "cojitas" que lo Ășnico que hacen es cojear, tropezar, engancharse, topar, y muchas veces claudicar (de "claudio", cojo en latĂn).
No hacen una a derechas, se tiran a piscinas sin mirar siquiera si tienen agua, bajan escaleras de tres en tres escalones, despilfarran el dinero sin saber (seguramente no) si van a poder tener mĂĄs para poder seguir adelante, faltan al respeto a compañeros, a rivales, y a la mayorĂa del pueblo llano, y cojean, y cojean.
Y no se dan cuenta, con todas las personas que tienen alrededor para hacerlo, que no tienen que hacer el "cojito" sino "cogito".
Siempre debemos pensar en las consecuencias que nos acarrearan a nosotros y a los que comparten la vida con nosotros nuestros actos, en polĂtica a todos los gobernados, nuestras acciones, nuestras decisiones, nuestros olvidos, nuestros perdones, y lo peor de todo, nuestros ataques a la gente, organismos e instituciones que nos mantienen donde estamos.
"Ya basta de hacer tanto el cojito, por favor, y un poco de: ¡Cogito, ergo sum! Que tanta falta nos hace."
Si en algĂșn momento de nuestra vida queremos ser algo, o servir para algo de provecho.
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