La verdad es dura, a veces demasiado dura, y en ocasiones como dice el título puede matar; y si no que le pregunten a los ajusticiados que confesaron sus crímenes.
Pero, realmente, cuando la verdad hace más daño, cuando más duele, cuando ni siquiera sabes algunas veces dónde estás es cuando se oculta.
Se puede ocultar para no ser detenido, enjuiciado; se puede ocultar para mantenerse en el poder más tiempo, para ganar unas elecciones con el dineral que eso supone; se puede ocultar para mantener una relación durante más tiempo, una relación que ya murió; se puede ocultar para que tus padres no te riñan, para que en el colegio no te castiguen, para que en el trabajo no te echen culpas que no quieres; se puede ocultar incluso para salvar la vida.
Se oculta la verdad también por vergüenza, no muchos son capaces, por ejemplo, de confesar que son cristianos, apostólicos romanos, y mucho menos que son practicantes.
Hay incluso algunos y algunas que ocultan verdades y que a ciencia cierta creen que no existen, esos se llaman: mentirosos compulsivos.
La verdad duele, por eso los amigos, los buenos amigos, son los únicos que dicen la verdad, su verdad; y el camarada, lo que debe hacer es respetar eso, ya que habrá poca gente en este mundo que le diga la verdad.
Ah, y otra de las cosas más penosas de la verdad es la verdad de los padres; te dicen...
-Estás haciendo esto mal, no están cumpliendo con tu deber, deja esto, deja lo otro, estás actuando mal, pero los hijos, muchas veces, si te he visto no me acuerdo.
Por ello, la verdad puede doler, incluso matar, pero todas las verdades que se ocultan se vuelven venenosas.
Foto extraída de la página: periodicoopción.com |
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