¡Descended aves del cielo!
¡Animales y hombres temblad!
¡Que cesen las campanas de sonar!
Pues clavado en un madero,
acaba ya de expirar
el maestro, Jesús Nazareno.
que ver sucumbir a su hijo, lentamente.
y verlo clavado, maltratado por amor a su gente.
Mas… ¿No hay nadie Señora,que contigo implore, para agotar de tus penas la fuente,
María Santísima de los Dolores?
el descendimiento de su cuerpo sin vida al suelo;
del que fue sin duda el Hijo del cielo
y San Juan y la Magdalena lloran,
y desde lo alto lo contempla un blanco lucero;
mis ojos con suave pena se mojan
cuando bajan a Dios del madero.
Doblar de campanas de muerte,
para el que fue sin duda el Hijo de Dios
tu cuerpo muerto reposa, Señor
y en una urna se contempla inerte;
deja que este pueblo sea sábana de amor
donde reposes, Cristo Yacente.
En una burbuja de oro y cristal,
Sanlúcar llora tu muerte prematura;
pero en su corazón, hay una atadura
que ni el gladiolo siquiera podrá soltar,
y sólo se podrá liberar Cristo, de esa prisión oscura
cuando Sanlúcar, el domingo, te sienta resucitar.
Sanlúcar llora tu muerte prematura;
pero en su corazón, hay una atadura
que ni el gladiolo siquiera podrá soltar,
y sólo se podrá liberar Cristo, de esa prisión oscura
cuando Sanlúcar, el domingo, te sienta resucitar.
De mi pregón de Semana Santa de 1992.
No hay comentarios:
Publicar un comentario