Entregada
a Dios como capilla
en Ben-a-zuzar, fortaleza mora,
entre cascadas de palmeras
una luz en lo alto brilla,
y en un cauce de túnicas y hebreas
Sanlúcar espera a la orilla.
Asomaros
a la calle, cristianos,
que montado en su pollina
y con amor en sus manos
va derramando bendiciones
ese Jesús de Nazaret
al que todos entregamos.
Humildad
en su mirada,
bendición en sus manos,
reconforta su sonrisa
y llena de amor su cara
¡Costalero menos prisa!
que la plaza espera su llegada!
Cae
suave en manto de la noche
sobre la sanluqueña Jerusalen,
oleadas de olivos, palmas y fe
quieren poner un bello broche,
ahora cuando vas a volver
y al alborear la tarde.
¡Ya la palmera se quiebra!
¡Ya las potencias echan a volar!
Con la cintura “quebrá”
y con las rodillas en tierra,
adentro y de una sola “chicotá”
que Benazuzar de aplausos se siembra.
Y
cuando la luna se asoma
por la colina de tejas
y el azahar escarcha tiene
el capataz con voz firme y cansada
da al aldabón diciendo:
¡Ahí quedó, hasta el año que viene!
en Ben-a-zuzar, fortaleza mora,
entre cascadas de palmeras
una luz en lo alto brilla,
y en un cauce de túnicas y hebreas
Sanlúcar espera a la orilla.
que montado en su pollina
y con amor en sus manos
va derramando bendiciones
ese Jesús de Nazaret
al que todos entregamos.
bendición en sus manos,
reconforta su sonrisa
y llena de amor su cara
¡Costalero menos prisa!
que la plaza espera su llegada!
sobre la sanluqueña Jerusalen,
oleadas de olivos, palmas y fe
quieren poner un bello broche,
ahora cuando vas a volver
y al alborear la tarde.
¡Ya la palmera se quiebra!
¡Ya las potencias echan a volar!
Con la cintura “quebrá”
y con las rodillas en tierra,
adentro y de una sola “chicotá”
que Benazuzar de aplausos se siembra.
por la colina de tejas
y el azahar escarcha tiene
el capataz con voz firme y cansada
da al aldabón diciendo:
¡Ahí quedó, hasta el año que viene!
De mi pregón de Semana Santa de 1992.
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