Rio
de cauce estrecho
donde las gentes se agolpan,
rio de paredes blancas
con la música en su lecho,
rio de penas amargas
las de Jesús orando en el huerto.
Abandonado
a tu suerte
y con un olivo por vigía,
mientras tus gentes dormían
aceptabas con amor tu muerte;
y al gran Dios le pedías
con tu cuerpo en tierra inerte.
¡Padre
mío de bondad
aparta este cáliz de mí!
Mas ahora, que ya bebí.
no se haga mi voluntad;
hágase sólo la tuya
y ten de mí piedad.
¡Capataz!
¡Implora a tu cuadrilla!
¡Que no se mueva el olivo en flor!
Pues en su cara de dolor,
una gota de sangre brilla
que está rezumando amor.
donde las gentes se agolpan,
rio de paredes blancas
con la música en su lecho,
rio de penas amargas
las de Jesús orando en el huerto.
y con un olivo por vigía,
mientras tus gentes dormían
aceptabas con amor tu muerte;
y al gran Dios le pedías
con tu cuerpo en tierra inerte.
aparta este cáliz de mí!
Mas ahora, que ya bebí.
no se haga mi voluntad;
hágase sólo la tuya
y ten de mí piedad.
¡Que no se mueva el olivo en flor!
Pues en su cara de dolor,
una gota de sangre brilla
que está rezumando amor.
De mi pregón de Semana Santa de 1992.
No hay comentarios:
Publicar un comentario