Este poema ofrecido a la Virgen de la Encarnación en mi pregón de 1992 de Semana Santa, se lo dedico cariñosamente a otra Encarnación, a mi querida madre, que se fue hace poco con Ella.
Sanlúcar
está en primavera,
el naranjo ya está en flor
y llena el alma de olor
a las gentes que te esperan
María de la Encarnación
cara de rosa y azucena.
Bambalinas
púrpuras mecidas,
por la brisa y el arte del costal,
para que una fina cara de cristal
que los nardos iluminan,
nos ayude a caminar,
nos aliente y nos de vida.
¡He
aquí la esclava del Señor!
¡Hágase
en mí tu palabra!
Y el artista te crea con el alma,
como en una ensoñación,
al imaginar tu divina cara
María de la Encarnación.
¡Madre
de todas las madres!
¡Encarnación de verdad y de vida!
¡Qué belleza en tu mirada!
¡Qué poder de convicción!
Señora, que las que estén encinta,
te lleven en su alma,
y reciban tu bendición.
el naranjo ya está en flor
y llena el alma de olor
a las gentes que te esperan
María de la Encarnación
cara de rosa y azucena.
por la brisa y el arte del costal,
para que una fina cara de cristal
que los nardos iluminan,
nos ayude a caminar,
nos aliente y nos de vida.
Y el artista te crea con el alma,
como en una ensoñación,
al imaginar tu divina cara
María de la Encarnación.
¡Encarnación de verdad y de vida!
¡Qué belleza en tu mirada!
¡Qué poder de convicción!
Señora, que las que estén encinta,
te lleven en su alma,
y reciban tu bendición.
De mi pregón de Semana Santa de 1992.
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