Recuerdo, cuando era pequeño, mi paso por los HH. Maristas en mi educación primaria, cuando estudiábamos el cuerpo humano, con todos sus componentes, en especial los huesos.
Por las tardes repasaba dichos componentes del cuerpo con mi padre en casa, por aquel entonces, yo creía que ya sabía todo lo referente al cuerpo humano, y lo que sabía es una mera y simple información, que aunque no se ha olvidado ahora os demostraré que era insuficiente.
El cuerpo humano ahora se sabe que está compuesto por 206 huesos, 80 órganos, 650 músculos con 900 ligamentos y cuatro mil tendones.
De las neuronas ni hablamos hay, así como, 86.000 millones al igual que hay 37,2 trillones de células.
Tenemos aproximadamente 360 articulaciones y 96.000 kilómetros de vasos sanguíneos.
Además tenemos 43 pares de nervios de los cuales 12 son craneales y 31 espinales.
Todo lo que somos, lo que es nuestro cuerpo, no es más que química, pero una creación sublime.
Algunas veces la maquinaria se estropea, o nace estropeada, pero no deja de ser una creación excelsa.
¿Podría ser verdad lo del soplo de Adán?
¿Podría ser verdad que en la primera inspiración en este mundo aspiramos un alma, un alma pura e inmaculada, que habitará en ese amasijo químico que es nuestro cuerpo?
Ese alma se va ensuciando paulatinamente hasta el día en que nos abandona al expirar.
Mientras, habita dentro de un cuerpo perfecto, diseñado para crecer y desarrollarse, y también para multiplicarse.
Ese cuerpo no nace para hacer daño a sus semejantes, o para dejarlos en el abandono.
Mientras más sucia esté tu alma, más tardarás en superar el escalón hacia la eternidad, más rato estarás en el purgatorio.
¡Qué máquina tan perfecta por Dios!
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| Foto de mi amiga Juani Mora Alés |
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