Ya en cierto día, hablé del deterioro acelerado de la educación en la calle, y por supuesto en casa.
¡Ay la educación!
Vas paseando por la acera y "rara avis" es la persona que te da los buenos días; entra alguien, o llega alguien al sitio donde te encuentras y como si fuera mudo o de cartón piedra.
¡Ay la educación!
Se hace ruido a cualquier hora de la noche, o en ciertas horas del día, sin consideración alguna; les adviertes que están molestando, y siguen sin ningún tipo de pudor.
¡Ay la educación!
Les dices a tus hijos o hijas que hagan tal o cual cosa, que tengan cuidado con esto y aquello; y siempre tienen un contra, nunca un pro: eres anticuado, eso no se lleva, que pesada eres, te preocupas demasiado; no, si no pasa nada, etc.
¡Ay la educación!
Pero nada de eso es de extrañar, ni se puede tomar como una rareza, porque es el "modus operandi" común en esta sociedad de hoy en día, empezando por arriba...
Si los que deben de dirigir los designios del país, si los que representan a todos los españoles, o los de cualquier autonomía, no respetan al opositor cuando habla, cuando cuenta, o cuando simplemente informa de algo lo hacen sin consideración, si cuando cobran dietas que no gastan no piensan en los que no tienen para vivir; si los que salen en televisión en un sinfín de programas no muestran cortesía al compañero, yendo siempre a degüello, ¿cómo pretendemos que la educación se derrame por la sociedad actual y se vuelva a adherir al corazón de nuestros conciudadanos?.
Como diría el filósofo:
¡Very impossible!
"Demasiado imposible", diría yo.
Falta de educación y falta de vergüenza.
Y es que...
"La educación es una enseñanza muy extraña; la pagas, la pagamos entre todos, y la mayoría no la quiere recibir."
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Foto de la página: doctorponce.com |
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