No obligues a nadie a quererte, mejor oblígalo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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16 diciembre 2020

PEQUEÑAS VIOLACIONES.

Un día comenté que si coges un euro sin permiso, de la cartera de tu madre o de tu padre, que descansa segura en el mueble de la entrada de casa, tienes el mismo título que el que entra en un banco y se levanta varios o muchos miles de euros. ¡Ladrón!
Y en el grueso del pecado irá la penitencia.
Pues en este tema tan delicado el concepto es el mismo.
Violar, del latín "violare" (ejercer la fuerza y el abuso, no respetar, maltratar o injuriar con violencia) es el mismo calificativo para un puñado de indignas acciones, y otras más viles. Os recuerdo que esta palabra tiene la raíz "vis" (fuerza).
Violar es quebrantar una ley, una promesa; violar es también, profanar un lugar sagrado. 
Lo mismo podemos calificar como violar: a  toquetear a un niño o niña a la fuerza, malditos; a abusar sexualmente de una niña o niño de tres años; maldito hijo de puta.
Y si hacemos una especie de metáfora... 
¿Hay alguna ley más real que una persona?
¿Hay algo más sagrado que un cuerpo?
Ahora bien, con la misma raíz "vis" se componen también otros vocablos, como por ejemplo: revindicar (reclamar en justicia por la fuerza) y otros peores como: "vindicare" (vengar o venganza).
No hay pequeñas violaciones, todas tienen el mismo término, pero algunas, algunas por desgracia, pueden dar lugar a venganzas según el grueso del pecado.
Y esa venganza, a su vez, sería también una violación. ¿O no?


Foto extraída de la página: savethechildren.es



 

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