A partir de enero empezarán las vacunaciones masivas, pero yo no.
Hay que guardar la distancia de seguridad, pero yo no.
Llevar siempre la mascarilla puesta, pero yo no.
Cumplir las normas en mi bar o restaurante, guardar los horarios, pero yo no.
No se puede salir de la provincia o comunidad, ni siquiera para que un novio visite a su novia o viceversa, pero yo si.
No se puede bajar a la calle a partir del toque de queda, pero yo si.
No puede uno reunirse con más de seis personas de la familia, pero yo si.
No se puede hacer el PCR a todo el mundo, pero a mí sí, y muchos, muchos.
Con estas contestaciones se podrían catalogar a tanta gente, tantas cosas que no comprende el personal de la calle.
¿Cerraría el bar del congreso cuando se cerraron todos?
¿Por qué cuesta un desayuno allí 1,08 €?
¿Por qué los deportistas en general pueden viajar a donde les de la gana y los que les pagan el sueldo no pueden ni entrar a ver los partidos? Ah, están trabajando.
¿Por qué fulanito y menganito van a la televisión desde sitios que no pueden viajar a contar sus inmundicias, cobrando? Ah, es que están trabajando; ¡Si eso es trabajar que venga Dios y lo vea!.
Inauguro cosas, visito obras, voy a hospitales, ¡Nada hombre, solo al parlamento y no más!
O todos sí, o todos no, y el que no cumpla las normas, multa al canto; tenga la edad que tenga, y para que los padres no tengan que pagar la desfachatez de algunos hijos, que los castiguen con trabajos sociales hasta que paguen la multa.
¡Hay tant@s que se creen tan chul@s! ...
Foto extraída de la página: tareasrodrigo.wordpress.com |
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