Es posible que muchas veces veamos las cosas negras, he tenido tanta experiencia en ello; cuando iban los clientes a verme a la oficina con problemas, en la cara se les veĂa que la negrura acuciaba su rostro.
Casi siempre las cosas venĂan muy negras; ahora, por desgracia, las estamos viendo tambiĂ©n como el carbĂłn; algunas venĂan con las lĂĄgrimas saltadas y otros con un sudor impropio en sus manos, y lo peor de todo es que eso es una cosa normal.
Por muy inteligente que seas, si desconoces por quĂ© la negrura se ciñe sobre tĂ, no dejas de tener miedo, si ves que has quedado sin trabajo, sin ingresos, y te van a quitar la casa, o devolver los recibos bĂĄsicos, es normal que tengas miedo. Si tu empresa, la de tu familia, estĂĄ a punto de la quiebra si no recibe ayuda, tambiĂ©n te sudarĂan las manos a tĂ, ¿No?
Me han pedido que busque trabajo, y he ayudado de mi bolsillo, cosa que estaba prohibida, aunque ya no creo que eso me vaya a perjudicar.
Cuando la persona con la que convives se va por cualquier motivo, tambiĂ©n se cierne sobre ti la oscuridad; si te has jubilado en agosto y estamos a diciembre y no has recibido ni un chavo desde entonces, y vas, y preguntas, y te dicen que no tengas tantas prisas, que recibirĂĄs en breve un mensaje y a partir de ahĂ en veinte dĂas cobraras, los nubarrones grises, o mĂĄs bien, grises oscuros, te rondan la cabeza irremisiblemente.
En estos tiempos que corren tenemos la obligaciĂłn de aprender a convivir con la oscuridad, formarse para navegar por ella, y cĂłmo no, en cuanto que se pueda, salir.
"Aunque la oscuridad de la noche os avasalle con su negrura; no tengĂĄis miedo, porque pasado un tiempo, mĂĄs tarde o mĂĄs temprano, siempre sale el sol."
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