Ofender, como muchas otras palabras viene del latĂn ob(enfrentamiento) y "fendere" (golpear o incluso herir) ; y claro su antĂłnimo: "de" (separar, apartar) y otra vez "fendere".
Por ello, en un principio la ofensa era un ataque fĂsico, y con el paso del tiempo se ha aplicado tambiĂ©n al ataque verbal, que algunas veces puede provocar un ataque fĂsico.
Siempre recuerdo cuando inicialmente mi amigo José Manuel, fue al instituto nada mås llegar desde la provincia de Badajoz y escucho en primera instancia eso de:
¡Hijo puta!
Por poco mata al que se lo dijo; nos costĂł tiempo hacerle comprender que aquello era por aquĂ abajo, dependiendo del tono y la forma, incluso hasta un piropo.
Ni su madre era puta ni el chico pretendiĂł decirle eso.
Otra que tal pinta es: ¡SerĂĄ maricĂłn!
Y cuando uno nos da demasiado la tabarra: ¡Vete a chuparla!
Ni que decir tiene que ni una cosa ni la otra.
Es mucho mĂĄs ofensivo decirle a alguien que es un impresentable, un corrupto, o simplemente un inĂștil.
Los falsos juicios, las falacias, y las malas prĂĄcticas son mucho mayores ofensas que otras tantas cosas.
HabĂa una ofensa que oĂa a menudo, dedicada al espacio, no era contra nadie en particular, y solo se expresaba asĂ esa persona cuando algo le cambiaba los cables y lo dejaba fuera de lugar, decĂa:
¡Me cago hasta en la Ășltima gota de leche que yo mamĂ©!
Advertido que no era contra nadie, era contra sĂ mismo, que es otra forma de ofender, y esta si es despectiva.
"Las ofensas casi nunca residen en las palabras, sino en la intenciĂłn con que se pronuncian.
Y el Dalai Lama lo deja clarito:
"Responder a una ofensa con otra ofensa es lavar el alma con barro." (XXIV Dalai Lama)
Pero seguimos sin enterarnos.
Foto extraĂda de la pĂĄgina: verbomontreal.com |
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