El otro dĂa estuve haciendo un repaso considerable a mi mĂłvil, ya que he encontrado una lista de contactos escritos, una agenda antigua que apareciĂł por mi casa.
¡QuĂ© lĂĄstima!
Estuve echando un vistazo por curiosidad al listĂn y ¡OfĂș!
Con la partida de Eustaquio Castaño, se va otro de la lista, otro de tantos que ya se han marchado a las eternidades celestes.
¡CuĂĄntas personas ya no tienen operativo el mĂłvil definitivamente!
¡CuĂĄntos amigos se han ido ya!
Hermanos, casi hermanos, muy buenos amigos, buenos, regulares, y simplemente conocidos o clientes.
He tenido que borrar a todo tipo de contactos.
No me cabe duda que la lista de contactos también acepta a contactos nuevos, a gentes que entran en tu vida en un momento determinado.
Gente joven, gente mayor, amigos, familia, que mantienen viva la agenda.
Lamentablemente lo que ha pasado hoy, seguirĂĄ pasando otras veces, que se mermarĂĄ el listĂn telefĂłnico hasta el dĂa que se cierre del todo.
Ese dĂa serĂĄ cuando nos daremos cuenta que hay cosas que no merecen la pena, tantas cosas, muchas cosas.
La vida es tan fĂĄcil como la agenda del contactos del mĂłvil, se va dando a gente de baja (normalmente porque fenecen, aunque algunas veces tambiĂ©n, porque para ti estĂĄn muertos (aunque respiren) se van incluyendo nuevos amigos, nueva familia; hasta que llega un dĂa, esperado o no esperado, que el listĂn de contactos se cerrarĂĄ para siempre; y esa gente, los que te querĂan, te desearĂĄn: que la tierra te sea leve.
Como decĂa mi buen amigo Rafael Sousa q.e.p.d.:
¿De quĂ© sirve atesorar riquezas en la tierra si al final pierdes tu alma?
Pues eso.
Foto de mi amiga Juani Mora. |
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