No todo es políticamente correcto, ni tampoco lo que hacen los políticos es siempre lo correcto; ni, a veces, el trato a los adversarios políticos es correcto, ni mucho menos a los votantes.
Y entonces, cuando las cosas no son correctas, o más bien, cuando creemos que las cosas no son correctas nos ofendemos.
¿Cómo es posible que esta gente diga esto?
¿Cómo es posible que esta gente haga esto?
¿Cómo es posible que esta gente actúe así?
¿Cómo es posible que se pacte con tal o con cual?
¿Cómo es posible que se dé una paga de tal o cual importe?
¿Cómo es posible...?
Y la gente se ofende, y el partido de enfrente también se ofende, sobre todo cuando los tratan de lo que ellos creen que no son.
Todo en esta vida siempre depende del color del cristal con que se miren las cosas.
Pero no es necesario ofenderse.¡Nunca!
No es necesario: gritar, despotricar, lamentarse, criticar, y un sinfín de etcéteras que al final no llevan a nada.
La gente inteligente no se ofende, la gente inteligente saca conclusiones; y , por supuesto, sigue los consejos de Manuel Luque, director general de Camp. "Busque, compare...."
Pues a ello.
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