No obligues a nadie a quererte, mejor oblígalo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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26 octubre 2019

LA MUERTE.

Compadre, ayer tocó la campana del almanaque para avisarme que hace ya siete años, siete que te marchaste (joder qué desmesurada es la vida), y han pasado tantas cosas desde que te fuiste; han acaecido tantos avatares desde que el humo de tu alma subió nubes arriba hasta lo más alto del cielo, que no lo podrías creer.
Los que te quisimos, los que te queremos, los que te querremos, no te creas, vamos cumpliendo nuestros años y poco a poco vamos camino de tu destino, porque queramos o no queramos es el destino de todos.
La muerte no es ni más ni menos que la consecuencia de la vida, nada más ser concebido el ser humano, lo único que tiene claro es que su muerte ya está sentenciada; a cada cual le llegará cuando Dios quiera, cuando el cruel destino la adelante, si una enfermedad o accidente no lo deja vivir, o cuando esa persona prefiera abandonar voluntariamente a su cuerpo.
A la muerte se le ha llamado de tantas formas...
La mujer de negro, la de la guadaña, la parca, la "catrina", la novia fiel, doña fría, la igualadora (anda que no), y un sinfín de apodos más; pero la definición más bella, menos dolorosa y más esclarecedora que he escuchado, ha sido la hecha en la película "el médico", por el galeno y maestro de Ispahan, Ibn Sina; por cierto, papel interpretado magistralmente por Ben Kingsley, y decía así:
"La muerte es el umbral que todos debemos cruzar en silencio, con el impulso del último aliento, hacia la paz eterna"
Querido Juanjo, ahí en la paz eterna, donde espero te estés riendo de todos nosotros y de nuestras gilipolleces (¡Qué gilipollas es el ser humano!),  nos veremos seguro. Un beso allá donde mores.

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