¡QuĂ© coraje me dan los listillos!, no los listos.
¡No soporto la suficiencia, o mejor dicho la prepotencia, de los que se creen listillos!
¿No sabes hacer eso, o esto? Pues yo sĂ, lo suelo hace habitualmente.
Y para colmo, van, meten las manos por delante de tu cara, y dejĂĄndote en ridĂculo, zas, zas, zas, y lo hace.
Y lo hacen, y te lo refriegan en la cara.
Parece mentira que no seas capaz de hacerlo.
Pues como eso, todo.
En el trabajo, en casa, en la calle, en todos lados, los impresentables listillos, sobran enteramente, por lo menos para mi persona.
¡No hay nada mĂĄs lindo que la humildad, y la enseñanza sin prepotencia!
Se aprende mĂĄs y, por supuesto, se respeta bastante mĂĄs.
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| Foto de Rafa Castaño. |

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