Desde que tienes la fortuna de abrir los ojos por la mañana, una ventana multicolor se presenta a tu corazón.
Mientras te aseas, mientras te afeitas, o bien te maquillas, mientras te duchas, o te bañas, por tu cabeza pasan a cientos de miles de kilĂłmetros/hora las cosas que tienes que hacer en el dĂa.
Hijos, trabajos, cocina, limpieza, oficina, etc., etc., etc., ¡OfĂș!
Pero no te puedes obcecar con nada, porque lo que crees que pudiera ser un dĂa nefasto, segĂșn siga la mañana, segĂșn la aceptes, segĂșn la afrontes, se puede convertir en una jornada fasta, feliz, agradable; tambiĂ©n depende mucho de quiĂ©n despierte a tu lado y de quiĂ©n te acompaña durante al dĂa.
La luz de cada dĂa te puede proponer muchas cosas, que debes sopesar, admitir, y dentro de lo posible: disfrutar.
Un dĂa hay que vivirlo desde el principio hasta el final, al igual que la vida hay que vivirla de principio a fin, lo mejor que se pueda en cada momento.
En este post vuelvo a recurrir a mi admirado Bruce Lee:
"Cada dĂa esconde una nueva revelaciĂłn o un nuevo descubrimiento que puedes obtener"
Lee Jun-Fan (Bruce Lee) San Francisco 1940- Hong Kong 1973.
Descubramos las revelaciones que cada dĂa esconde, no sabemos que vendrĂĄ, pero lo mĂĄs importante es que no nos ofusquemos en el intento.
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