Me levantĂ© a la misma hora de siempre, pero en este caso me quedĂ© en casa; despuĂ©s de desayunar preparĂ© la ropa para la tarde/noche, tenĂa invitaciones para ir al esplĂ©ndido pase de SIMOF de mi querido amigo Javi GarcĂa, diseñador de moda flamenca; hasta me habĂa comprado una chaqueta nueva y estaba deseando estrenarla, como cada vez que me compro algo. (Siempre me digo: ¡No vaya a ser que despuĂ©s sea tarde para estrenar!)
Tardé mås bien poco rato en hacer todo eso, y como no puedo estar sin hacer nada, me dije:
- ¿QuĂ© puedo hacer ahora?
- ¡Ya estĂĄ, voy a poner un nuevo interruptor en la puerta de entrada que estĂĄ regular!
Me puse manos a la obra, sin gafas, de cerca, como mal bien podĂa, pero entretenido; cuando quedĂł cambiado, y como por mi defectuosa vista veo las cosas torcidas, di un par de pasos hacia atrĂĄs para ver si estaba derecho antes del Ășltimo apretĂłn del tornillo; con la mala suerte que pisĂ© en falso en el borde del primer escalĂłn de la escalera de entrada y me precipitĂ© al vacĂo.
De espaldas y hacia abajo sin remisiĂłn.
¡Que segundos mĂĄs desesperantes, cuantas cosas da tiempo a pensar cuando ves de cerca que te puedes ir para el otro barrio: tu familia, estĂĄs solo y le vas a dar un susto a tu mujer cuando llegue, mis hijos, el disgusto para mi madre...
Un batiburrillo de cosas que te acucian la mente, y tĂș intentando caer lo mejor posible para hacerte el menor daño.
Y caes, claro que caes, y sientes el crujido de tus huesos que se hacen polvo contra el cemento del suelo; pero al final, te das cuenta de que estĂĄs consciente, que no hay sangre por ningĂșn lado, que te puedes poner en piĂ©, eso si recogiendo el brazo izquierdo con el derecho, que logras subir la maldita escalera, y que puedes llamar a tu amigo AgustĂn, vecino de casa, para que te lleve al hospital.
Cuando subĂa la escalera traicionera en busca del telĂ©fono, ya la bauticĂ© como "la escalera del renacimiento", porque si bien hacia abajo era la escalera hacia el infierno, hacia arriba, y al poderla subir, se convirtiĂł en la del renacimiento, porque ese ocho de febrero volvĂ a nacer; y por eso hoy, en mi primer cumpleaños del renacimiento, me deseo un feliz dĂa.
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ResponderEliminarLamento tu caĂda, pero sobre todo me alegro que haga ya un año de la misma. Me he tenido que reir con el relato. Eres un artista, incluso relatando una caĂda haces que nos reĂamos.
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