No obligues a nadie a quererte, mejor oblĂ­galo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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07 febrero 2020

LA ESCALERA DEL RENACIMIENTO.

Me levantĂ© a la misma hora de siempre, pero en este caso me quedĂ© en casa; despuĂ©s de desayunar preparĂ© la ropa para la tarde/noche, tenĂ­a invitaciones para ir al esplĂ©ndido pase de SIMOF de mi querido amigo Javi GarcĂ­a, diseñador de moda flamenca; hasta me habĂ­a comprado una chaqueta nueva y estaba deseando estrenarla, como cada vez que me compro algo. (Siempre me digo: ¡No vaya a ser que despuĂ©s sea tarde para estrenar!)
Tardé mås bien poco rato en hacer todo eso, y como no puedo estar sin hacer nada, me dije:
- ¿QuĂ© puedo hacer ahora?
- ¡Ya estĂĄ, voy a poner un nuevo interruptor en la puerta de entrada que estĂĄ regular!
Me puse manos a la obra, sin gafas, de cerca, como mal bien podĂ­a, pero entretenido; cuando quedĂł cambiado, y como por mi defectuosa vista veo las cosas torcidas, di un par de pasos hacia atrĂĄs para ver si estaba derecho antes del Ășltimo apretĂłn del tornillo; con la mala suerte que pisĂ© en falso en el borde del primer escalĂłn de la escalera de entrada y me precipitĂ© al vacĂ­o.
De espaldas y hacia abajo sin remisiĂłn.
¡Que segundos mĂĄs desesperantes, cuantas cosas da tiempo a pensar cuando ves de cerca que te puedes ir para el otro barrio: tu familia, estĂĄs solo y le vas a dar un susto a tu mujer cuando llegue, mis hijos, el disgusto para mi madre...
Un batiburrillo de cosas que te acucian la mente, y tĂș intentando caer lo mejor posible para hacerte el menor daño.
Y caes, claro que caes, y sientes el crujido de tus huesos que se hacen polvo contra el cemento del suelo; pero al final, te das cuenta de que estĂĄs consciente, que no hay sangre por ningĂșn lado, que te puedes poner en piĂ©, eso si recogiendo el brazo izquierdo con el derecho, que logras subir la maldita escalera, y que puedes llamar a tu amigo AgustĂ­n, vecino de casa, para que te lleve al hospital.
Cuando subía la escalera traicionera en busca del teléfono, ya la bauticé como "la escalera del renacimiento", porque si bien hacia abajo era la escalera hacia el infierno, hacia arriba, y al poderla subir, se convirtió en la del renacimiento, porque ese ocho de febrero volví a nacer; y por eso hoy, en mi primer cumpleaños del renacimiento, me deseo un feliz día.

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Lamento tu caída, pero sobre todo me alegro que haga ya un año de la misma. Me he tenido que reir con el relato. Eres un artista, incluso relatando una caída haces que nos reíamos.

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