En la edad media la prostituciĂłn era un oficio mĂĄs como otro cualquiera, tenĂan su gremio, y su hospital gremial.
Era aceptado y reglamentado por los municipios y controlado por las autoridades sanitarias.
Que fuera una actividad legal no evitaba, algunas veces, los abusos hacia estas mujeres.
Las que decidĂan no someterse a las normas, e incluso a los engaños y vejaciones de los burdeles, tomaban la determinaciĂłn de trabajar en su casa.
Para ser localizadas por los clientes ponĂan un ramo de vistosas flores en el balcĂłn, en el alfĂ©izar de la ventana o en el dintel de la puerta; desde entonces a las prostitutas se les llamĂł tambiĂ©n "rameras".
Por cierto, prostituta viene del latĂn "prostitutus" palabra de tres partes, a saber:
PRO (Hacia adelante) De ahĂ viene: prospecto, prosperar.
STIT (Del verbo statuere=estacionado, parado) De ahĂ viene: Instituto, destituir.
TUS ( To, participio perfecto; que ha recibido la acciĂłn) De ahĂ viene: Aborto, exento, presunto.
Literalmente "prostituta" serĂa:
Algo colocado (parado) por delante, a la vista, para ser vendido.
Pudiera ser que en aquellos tiempos, cuando vendĂan a las prostitutas, siempre ponĂan a las mejores por delante.
Ahora si, que quede claro, que prostituirse no solo es que una mujer se venda por dinero; hay mucha gente: hombres y mujeres que se venden por un simple bocadillo, por un plato de lentejas, o por algo mucho mĂĄs suculento.
La prostituta y el prostituto siempre estĂĄn ahĂ, lo que hace falta es el dinero; esos prostitutos/as no les llegan ni a los tobillos a las rameras.
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