La palabra lenidad proviene, cómo no, del latín.
Del latín, "lenitas-lenitatis" (blandura, suavidad, benignidad).
Sobre el adjetivo "lenis" (dulce, sueve, benévolo) se añade el sufijo de cualidad: "tas-tatis".
En la RAE nos dice que lenidad es:
Blandura en exigir el cumplimiento de los deberes, o en castigar las faltas.
Y así nos va.
La lenidad impregna todo lo referente a la vida política.
No se exige el cumplimiento de los deberes y tampoco se castigan las faltas cometidas.
Nada cuesta nada; ni los fallos, ni los errores, ni mucho menos las tropelías realizadas, y tampoco se cumplen los castigos impuestos a las faltas cometidas.
Por cierto, me ha sorprendido gratamente D. Pere Aragonés i García, actual presidente de la Generalitat.
Dado el batacazo electoral de su partido ERC ha decidido marcharse, no va a recoger ni su acta de diputado;
No ha dejado de cumplir con su obligación ni ha sido castigado con nada, pero...
Ha cumplido con su deber, sin lenidad. No lo he hecho bien, pues me voy.
Magnífica enseñanza de comportamiento político.
Esperemos que cumpla su palabra.
Que cunda el ejemplo.
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