No obligues a nadie a quererte, mejor oblĂ­galo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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22 septiembre 2017

MEMORIA HISTÓRICA.

En estos dos o tres Ășltimos dĂ­as, he tenido un retazo de remembranza, un ramillete de recuerdos del pasado, unas pĂĄginas de mi memoria histĂłrica.
El miércoles, al desayunar, una de las comensales, pidió una tostada con el pan blanco, poco hecho; mi abuela Concha, la dulce, siempre pedía pan blanco en la panadería con la cartilla de racionamiento, y ese fue su apodo de por vida.
Por la tarde, fui a dar un pésame, y el marido de la finada, era de Valencia; y como cada vez que escucho Valencia...
-¡Pues mi abuelo era valenciano!, mi abuelo Eduardo, buen tipo, tranquilo, trabajador, formal; eso si, comilĂłn, pero bonachĂłn y muy querido por todos.
Ayer por la mañana, una señora me decía que estaba perdiendo los dientes a causa de la diabetes, y me acordé de mi abuela Encarna, señora altiva y cariñosa; sus dientes se fueron debilitando por los cabezazos que yo le iba proporcionando cuando me cogía en brazos de bebé, al final tuvo que prescindir de todos ellos.
Y por la tarde, estuve hablando con un guardia civil jubilado de los sueldos que les quedan como pensionistas y de los que cobran estando en activo; mi abuelo, Manolo (el motorista), tras dedicar su vida a ser chĂłfer del capitĂĄn de la guardia civil, y despuĂ©s de retirado, tuvo que consagrar sus dĂ­as de jubilaciĂłn a otros menesteres para sobrevivir, y asĂ­ podernos ayudar algĂșn mes que otro a nosotros, para poder seguir adelante.
Y mi padre...
Él, siempre estĂĄ presente en todos mis actos; muchas veces, antes de hacer algo me pregunto: ¿me podrĂĄ reprochar algo mi padre si hago esto?; ¿No?, pues adelante; fue un espejo de rectitud y formalidad donde me miro a diario.
Estos Ășltimos dĂ­as de verano, para mĂ­, han sido unas clases exhaustivas para mi memoria histĂłrica.
PodrĂ­a diferenciar tres tipos de memoria histĂłrica:
Una, que se resume en un montĂłn de huesos, polvo o cenizas; otra, que para muchos y muchas, permanecerĂĄ enterrada para siempre porque no merece la pena evocarlos ni evocarlas; y la Ășltima, la memoria de los que nos acompañaron en el camino de nuestra vida, nunca estarĂĄn muertos, porque han dejado su huella grabada en nuestras almas como un buen recuerdo.







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