No obligues a nadie a quererte, mejor oblígalo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

Seguidores

21 junio 2018

CAÑIZOS.

Sentado en un bar (no en el VAR del fútbol), de noche, intentando respirar un poco después de un día caluroso; en el patio, miraba al horizonte y me sentía encerrado. Una tapia de aproximadamente un metro o metro veinte, y un cañizo hasta los dos metros de alto.
De momento recordé la "casita" adosada que tenía en la playa, cuyo porche, estaba separado de los vecinos con otro cañizo que hacía de tabique.
Muchas parcelas se cierran y se independizan de otras con esta leve empalizada.
Este material natural hace mucho tiempo que sirve de pared; pero ojo, no hace de aislante, más bien sirve de separador y emisora de radio; sentado tras un cañizo se puede escuchar el debate familiar de la casa adyacente, las diversiones de los niños de la de al lado, las peleas, e incluso se puede oír los jadeos, si a los vecinos les da por revolcarse un poco  en el césped de su jardín. Parece que muchas cosas de las que se dicen hoy en día, sean escuchadas a través de un cañizo por alguno o alguna, que después, corre la voz de lo que ha oído; pero también parece que el cañizo hace de distorsionador de las palabras, porque en  la mayoría de los rumores que hacen circular estos oyentes, se transmite lo que les sale realmente de los mismísimos.
Lo cierto y verdad es que, estos sutiles tabiques de verano, que nos separan: la diversión de la tristeza, el relax del estrés, la luz de la sombra; y también la verdad de la mentira, la voz del silencio, y la luz de las sombras no sirven de ninguna forma de aislante.
Deberemos tener mucho cuidado, porque en cualquier momento, sobre todo en el que estás hablando en voz alta, cualquier pared se puede tornar en cañizo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario