No obligues a nadie a quererte, mejor oblĂ­galo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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10 junio 2018

CONCHITA "PAN-BLANCO"

Ella era la Ășnica de mis cuatro progenitores natural de mi pueblo, otros dos eran de Osuna y uno valenciano.
Mi abuela Concha era una mujer afable, risueña y encantadora, y ademĂĄs era muy divertida; tengo multitud de anĂ©cdotas de su vida, muchos "palabros" que se inventaba para llamar a las cosas nuevas con las que no se habĂ­a criado. Por ejemplo, nunca fue capaz de decir frigorĂ­fico, ella mantenĂ­a su precioso y fresco pozo y su enorme cubo para refrescar los alimentos, el vino y el agua, incluso teniendo la nevera de nieve, al frigorĂ­fico siempre lo apellidĂł: "el frĂ­o".
En tiempos de la post contienda entre hermanos hace casi ochenta años, las cartillas de racionamiento hacían su agosto; cada familia tenía un pan para todo el día; ese pan que se comió una mañana mi padre, él solo, encima de un montón de leña con su tunda correspondiente después. La madre de mi abuela Concha siempre pedía que le dieran el "pan blanco", no del hecho con salvado, ni con avena, ni con centeno, ella quería harina blanca, y de ahí el mote de mi bisabuela y de mi abuela posteriormente.
Lamentablemente, hay todavía personas mayores que mantienen esa tradición, pero hoy en día, pedir ese pan, es hasta dañino para nuestro organismo.
En el sĂșper, hay ancianas que compran esas ofertas de panes por un euro-cinco, y cuando se los van a embolsar les dicen a la dependienta:
A mi me lo pones" blanquito", que me gusta mĂĄs.
Ese pan, no es el pan blanco de tiempos de mi abuela; ese pan estå hecho con una levadura råpida, con blanqueadores químicos, sin recentar la masa, por lo que fermenta en tu estómago, y si ademås, lo pides casi sin hornear para que esté blanco, te estås comiendo un veneno para tu cuerpo.
Pero claro, es el mĂĄs barato.
Lo cierto y verdad es que no es lo mismo un pan blanco de hace ochenta años a lo que hoy conocemos como pan blanco, como pasa con casi todos los alimentos.

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