No obligues a nadie a quererte, mejor oblígalo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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07 junio 2018

UNA PARTIDA DE AJEDREZ.

Empieza la salida una vez que te marchas de la seguridad de tu casa, salimos a una aventura que no sabemos cuánto tiempo nos va a durar; se empieza como pequeños, paso a paso, algunos intentan acelerar la partida, otras son más prudentes y van más despacio asegurando el suelo que pisan; unos se enrocan y vuelven a casa por miedo a ser arrasados por la vida, que parece que los ha abandonado, otras se desplazan a distancia para retar a la existencia.
Unos dejan que abusen de ellos esperando en un momento un contraataque que los haga triunfar, otras hacen la jugada del sostén para proteger a los suyos; aquellos anulan su jugada volviendo atrás y comenzando la trayectoria de nuevo, y aquellas hacen la jugada del cambio virando el sistema de juego hacia otras formas.
Jugadas de atracción, y jugadas de desviación de sentidos; hay momentos en que la mejor jugada es la de liberación del espacio y otros en los que prima la jugada trampa; se amaga, se ataca, e incluso se amenaza con un jaque.
Vas perdiendo compañeros de jugada, a los más lejanos, a los más cercanos, e incluso puedes perder a tu reina, reina consorte o reina madre, y entonces si que se te pone cuesta arriba la partida, aún así, si juegas bien tus piezas, puedes seguir adelante.
Nunca sabes lo que te van a deparar las jugadas, no sabes cuanto durará la partida, no sospechas cuando la dama de negro te va a mirar a los ojos desde lejos y te va a decir: ¡Jaque mate!
Entonces amigo, amiga, de nada servirá el poder, el dinero, las posesiones, la guapura, la altura o la gente que te acompañe, o a las que tu te unas; puedes ser peón, reina, rey, alfil, torre, presidente o albañil, banquero o basurero; todos juegan, pero una vez terminada la partida, todos y todas iremos a la caja. 

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