Después de ver las desgarradoras imágenes del volcán Fuego, en el centro sur de Guatemala, mi mente ha volado al 24 de agosto del año 79 A.C. cuando el Vesubio en sus erupciones arrasó a Pompeya y parte de Herculano.
Hace ya años, en un cansado viaje por Italia, tuve la suerte de visitar Nápoles y por supuesto (ya que estás allí) Pompeya.
Cuando entras en las naves en las que están apiñadas las imágenes de escayola de las gentes, animales de compañía, de los niños, de los ancianos, de los que dormían, de los que corrían, y observas las posiciones en las que, literalmente, les pilló la erupción, te das cuenta que no tuvieron tiempo de reaccionar; conforme fueron desescombrando rellenaron los huecos de los cuerpos, ya desaparecidos de escayola, y de ahí estas estatuas, que no son otra cosa, que el vacío que dejaron los propietarios al desaparecer por efecto del calor y el fuego rellenos.
Vistas las posiciones de las imágenes que vi aquel día, no me quiero ni imaginar lo que habrá sido la tragedia que actualmente vive Guatemala.
En Pompeya han quedado para la eternidad infinidad de restos que nos indican cómo era las vida en aquellos años en los que la ciudad era puerto; y una de las que más me llamó la atención fue los bajorrelieves de las piedras que componen el piso del foro o plaza.
En una de las esquinas del foro, en una de las losas, hay un relieve de un pene grande que señala hacia una esquina, si sigues la indicación y continúas por la calle, en una confluencia aparece otro pene, y así hasta cuatro, para llegar al último y más grande que está en la puerta del Lupanar; cuando entras encuentras camas de piedra tabicadas, y encima de cada entrada a una cama, un mosaico de la especialidad sexual de la chica.
Al ser puerto, llegaban marinos que hablaban varias lenguas, de ahí los bajorrelieves, que todo el mundo entiende sin tener que hablar, no hacía falta el Google Maps para nada.
Al final de la visita, es cuando te pasean por las inmensas naves donde están las figuras, y vuelves de nuevo a la dura realidad; la mayoría murieron sin poder remediarlo, quizá igual que en Guatemala; nunca sabes cuándo llegará, por lo que nos debe encontrar preparados; que la tierra les sea leve.
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