Casi todos los productores de fruta desde hace más de treinta años, que yo sepa ,recolectan la mayoría de los frutos verdes, sin madurar, adelantados al tiempo para hacerlo; he visto manzanas como bolas de petanca, peras como piedras, plátanos como pitas verdes o chumberas; evidentemente cuando esa fruta maduraba en los almacenes de los mayoristas jamás podrían tener el gusto de un mismo fruto madurado en el árbol.
Lo mismo pasa con los niños y niñas prematuros, tienen que pasar por la incubadora el tiempo necesario para madurar sus órganos y su cuerpo.
Idénticamente pasa pues con los órganos políticos; la constitución estadounidense de 1787, la francesa de 1791, y una de las más antiguas, la monarquía parlamentaria británica desde 1688.
Nosotros, si bien hubo una en 1812, con muchas reformas, idas y venidas, aboliciones y reiniciación hasta que en 1936 fue suspendida por la guerra civil.
La que hoy en día nos alumbra es de 1978 y fue una constitución pacificadora y unificadora; pero a la postre, mirando los años de las de antes, demasiado joven.
La democracia nació, murió y reverdeció casi en los mismos años por lo que creo firmemente que nuestra constitución y nuestra democracia están relativamente verdes, nos falta experiencia, carecemos de solera, no tenemos capacidad, ni nadie lo tiene, de avanzar doscientos o trescientos años en tan solo cuarenta.
Es muy difícil comerse la comida de 200 o 300 años en solo 40, o no?
Y si para colmo, pertenecemos por naturaleza al eje mundial de la picaresca: Italia, Portugal, Grecia y España todavía nos va a resultar más difícil madurar nuestra constitución y nuestra democracia.
Hay que darle tiempo al tiempo, pero aplicando una justicia implacable.
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