Desde
el principio de los tiempos han existido las vacunas para contrarrestar a los
virus; actualmente se inocula el virus debilitado para que el organismo produzca
los anticuerpos necesarios y así acabar con él, en otras épocas el que
pasaba la enfermedad, y sobrevivía se hacía inmune a ella, se auto-vacunaba.
Hay
vacunas que hoy en día son indispensables para evitar epidemias, o en algunos
casos, pandemias.
Vacunas
contra:
La
poliomielitis, en su tiempo devastadora; la difteria, la tos ferina (o de
fiera), el tétanos (mortal en la mayoría de los casos), sarampión, meningitis,
hepatitis, rubeola, gripe, neumonía y un
sinfín más.
Se
trabaja arduamente en una vacuna contra el sida, la cual se prevé que esté
dispuesta para 2020; y otra contra el cangrejo, en fase de estudio y que tendría
que ser personalizada para cada tipo de cáncer.
Vacunas
para combatir a los virus, a la mayoría; pero hay una vacuna que sería
necesario que se estudiara e ideara en todos los laboratorios internacionales, más rápido que tarde,
como apuntaba el otro día J.A.Marina.
¡La vacuna contra
el virus de la comodidad!
Cada
vez estamos más acostumbrados a lograr las cosas con menos trabajo, hemos
educado a nuestros hijos consiguiéndoles la mayoría de las cosas para que no tengan
que luchar; poco a poco, la gente se esmera menos en hacer las cosas porque es
más cómodo.
Lo
que no nos den hecho, pues pasamos de ello y punto, no se hace porque eso cuesta esfuerzo; pero hemos de saber que al
final, todo triunfo, en cualquier aspecto de la vida, incluso en la
recuperación de una enfermedad, necesita un sacrificio, nada llega caído del
cielo.
Y
siempre debemos recordar que para que unos disfruten en demasía de la comodidad,
otros deben empeñarse altamente sin disfrutar de ella, y eso no es igualdad, ni
equilibrio, ni justicia en ninguno de sus términos.
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