Puedo prometer y prometo... Así empezaba D.Adolfo Súarez González (1932-2014) casi todos los discursos en sus mítines electorales o cuando hablaba por televisión a la ciudadanía; la gente dejó de creer en esas promesas y tuvo que acabar presentando su dimisión en 1981 por el desmantelamiento de su partido de conciliación la UCD.
Al escuchar esas promesas me viene el recuerdo de un día duro, hace ya tanto tiempo... Quizá por aquellos años ochenta si no recuerdo mal; una niña adolescente, muy conocida por mí, tuvo un accidente al ser atropellada por una furgoneta; fractura de tibia, rodilla, brazo e hígado.
Sus padres desde la mañana del accidente estaban destrozados, sobre todo por lo del hígado, que en aquellas fechas se consideraba fatal; yo intenté tranquilizarlos narrándoles lo que había escuchado un par de días antes en la noticias, que esa víscera se regeneraba, pero fue en vano.
No eran más de las ocho de la tarde cuando pasó el médico de la UCI, que acababa de entrar de guardia, para dar el parte; al relatar las dolencias de la chica, los padres se echaron de nuevo a llorar, teniendo el doctor que ceder la silla a la madre que se desmadejaba en puro llanto. Hasta que el galeno pronunció las palabras mágicas:
- Tranquilícese señora, yo le prometo que va a tener hija para rato.
Santa medicina para la madre, le cambió la cara, el semblante y la vida.
¿Lo que nos prometen, nos dicen, nos pregonan, o lo que intentan meternos en los sentidos, les comprometen a algo?
¿Cuántas trolas por segundo debemos escuchar a diario?
Promesa viene del latín: promissus (pro-antes) y (missus-enviar, arrojar) es sin duda un compromiso entre dos, o más , o miles para un futuro; pero las promesas, sobre todo las electorales, deberían de tener prenda, porque una promesa no es una promesa si no cuenta lo "ofrecío" (Amigos de Gines dixit)
Prometo seguir escribiendo si Dios quiere.
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